La Escuela de Atenas

Viva el conocimiento

21 diciembre 2011

1915-1928 Patagonia - Alberto Maria De Agostini



Fuente: Naranjas de Hiroshima (www.naranjasdehiroshima.com)

A principios de siglo llegó hasta Tierra del Fuego un sacerdote italiano llamado Alberto Agostini. Su amor por esas tierras sureñas y por quienes las habitaban lo llevó a filmar con una cámara de la época extensos registros de paisajes, pueblos y personas.El material -filmado entre 1915 y 1928 y rescatado hace poco- fue reunido en las mismas condiciones en que se encontró. Eso quiere decir que las imágenes tienen las rayas y marcas del tiempo (y la copia es muda) pero el resultado es asombroso: esta verdadera cápsula del tiempo permite evocar un momento y lugar de nuestro pasado nacional que creíamos olvidados para siempre. Como precario documental aficionado, es interesante. Como objeto histórico y de apoyo educacional, es inapreciable.
OTRA INFORMACIÓN
Con la fuerza y la originalidad de quien sabe medir la dimensión de una obra humana, el gran alpinista italiano Walter Bonatti (68 años) definió así la importancia de la obra del célebre sacerdote salesiano que exploró y describió la Patagonia como nadie.
La comparación de Bonatti es impecable. Tal como lo expresó anteayer en una reunión en la embajada italiana donde se informó sobre el film que recordará a Alberto De Agostini (1883-1960), los descubrimientos del cura montañista tuvieron una importancia fundamental en el conocimiento de los Andes patagónicos.
Avido de llegar siempre a lo desconocido y de subir lo más alto posible para describir la geografía, Agostini logró pisar antes que nadie los pocos lugares a los que no pudo llegar el perito Francisco P. Moreno en el siglo XIX.
Con una vocación montañista comparable -si no mayor, como duda, sonriente, Bonatti- a la del misionero salesiano, Agostini inició desde su llegada a Punta Arenas, luego Ushuaia y toda la Patagonia una serie de expediciones de alcances asombrosos.
Había traído de sus Alpes natal (era piamontés, nacido en Pollone) la misión de Don Bosco y la pasión de la montaña, y la cordillera de los Andes lo atrapó para siempre. Desde 1912 comenzó a escalar montañas en Tierra del Fuego, con la cumbre del Monte Sarmiento como objetivo inexpugnable durante muchos años, por su extrema dificultad, y que sólo alcanzó en 1957, a los 70 años.
Comenzó con los grupos montañosos de Balmaceda y del Paine, en Chile, y entre 1930 y 1932 se dedicó a la exploración detallada de la región de montañas y glaciares de los lagos Argentino, Viedma y San Martín.
Sus expediciones fueron de una extraordinaria audacia para la época, coronadas por varios ascensos a cumbres nunca alcanzadas hasta entonces. Así, el 14 de enero de 1931, De Agostini llegó por primera vez a la cima del cerro Mayo, al oeste del lago Argentino, y vislumbró desde allí el imponente escenario de los hielos continentales, que se extendían hacia el norte hasta perderse de vista. Su descripción, prolijamente anotada en sus libros, refleja a la perfección la emoción del momento: “Un panorama estupendo, indescriptible por la profunda vastedad del horizonte y por la sublime grandiosidad de los centenares de cumbres. Son las primeras miradas humanas que contemplan estas soledades de hielo entre arrebatos de alegría y atónito recogimiento”.
Subyugado por la región, Agostini completó ese verano una larga travesía por el hielo continental con el ascenso a otra cumbre virgen -a la que bautizó como cerro Torino- desde la cual divisó el Océano Pacífico, por primera vez para alguien llegado por el hielo continental desde el Este.
Su exploración continuó hacia la zona del Fitz Roy – “El señor de toda esa vasta región, una de las montañas más bellas e imponentes de la Patagonia”, describe- y luego el San Lorenzo, el Lanín y hasta el Aconcagua, aunque Agostini prefería abiertamente el sur patagónico.
Sus trabajos quedaron registrados en 22 libros, miles de fotos y varias películas. Todo eso está hoy en el Museo de la Montaña de Turín, la institución que, dirigida por Aldo Audisio, llegó este verano a la Patagonia, con Bonatti y el director de cine Fulvio Mariani, para filmar un documental para la RAI sobre la vida del sacerdote explorador.
El homenaje no puede ser más merecido. Si bien Agostini es un nombre vigente en el Sur, la importancia de su obra necesitaba una recordación de esta envergadura.

12 diciembre 2011

Los Martillos de Pink Floyd






Hola a todos, después de un tiempo sin decir ni una sola palabra y dedicado a reflexionar sobre la vida y sus circunstancias me he propuesto volver a escribir sobre Historia y Filosofía como era mi costumbre hace un par de meses atrás.
En esta oportunidad me gustaría compartir algunas ideas  acerca de los martillos de Pink Floyd. Estos martillos saltaron a la fama en la ya clásica película de Pink Floyd “The Wall” (el muro). En ella se muestra la vida de Pink agobiada por los traumas y necesidades de la sociedad moderna quien finalmente termina convirtiéndose en un implacable dictador.
La idea de usar los martillos fué del diseñador gráfico: Gerald Scarfee quien en sus propias palabras expresa: "Bueno, todo el concepto (de The wall) era acerca de la alienación, acerca de como nosotros... primero que todo como sabes, nosotros somos golpeados por gente durante nuestras vidas, nuestras madres, profesores, novias, y bueno... y como nosotros nos protegemos a nosotros mismos y así evitar que nos hieran, nosotros nos sentimos vulnerables y ponemos un muro alrededor nuestro y ese es el peligro que Roger está advirtiendo en su obra, si tu te aislas demasiado de los demás entonces te vuelves insensible, algo como una maquina o automata, y el peligro de convertirse en una maquina inconsciente es que tu puedes dejas de pensar y te vuelves un fascista o algo así... Así que yo traté de pensar en el mas incansable y cruel simbolo de eso y así la primera cosa que se me vino a la mente fue el martillo, porque es de metal, rompe cosas, es incansable y puedes continuar pensando muchas mas cosas... entonces lo demás era hacer que marchara porque hace recordar el fascismo, el nacismo y esas cosas, así es que realmente de allí salió, esas herramientas de destrucción sin rosto ni mente solo marchando hacia delante sin descanso".
En esta sociedad consumista, que venera la imagen como un todo, aparecen por todos  lados aquellas expresiones de alienación, da la sensación de estar obligados a comprar o hacer tal o cual cosa, tal como lo dijo alguna vez Marcuse es su obra “el hombre unidimensional” vamos en una misma dirección pensando que somos libres, que somos capaces de decidir nuestro destino, tomar las riendas de nuestras vidas sin ser influenciados por los grupos de poder político o económicos pero lamentablemente es solo una falacia, una fantasía.
Ahora bien, me pregunto desde el país del fin del mundo al cual han llegado todas aquellas influencias: ¿existen espacios de libertad en que podamos despojarnos de la presión de la postmodernidad? ¿Podemos ganar terreno en este mundo tan hostil?. Mi invitación es a poder reflexionar en torno a esta problemática y dar sus opiniones.
Me siento libre, pero a ratos el mundo me la gana…