01 enero 2010

Primeras Civilizaciones

La Prehistoria


Se le llama Prehistoria al periodo que va desde la aparición del ser humano en la tierra hasta  la  invención de  la escritura.  La Prehistoria, al  igual que  la Historia,  trata de  la vida de los hombres en tiempos pasados. Se diferencia de ésta en que no dispone de documentos escritos, por lo que utiliza otras fuentes para recibir información. Son las llamadas  fuentes  arqueológicas:  restos  dejados  por  los  hombres,  que  permiten reconstruir parte de su pasado. 

La  conformación  del  primer  Ser  Humano  es  fruto  de  la  conjunción  de  una  serie  de cambios  a  nivel  físico,  biológico  y  cultural,  lo  que  se  conoce  como  proceso  de Hominización.  En este proceso el hombre evolucionó desde el Australopitecus hasta el Homo Sapiens, pasando por las fases intermedias de Homo Hábiles y Homo Erectus. 


Los  primeros  restos  de  homínidos  fueron  encontrados  en  África  y  tienen  una antigüedad  de  6  millones  de  años.  Pertenecen  al  género  de  los  Australopitecus, cuyas  especies  más  evolucionadas  vivieron hasta  3  millones  de  años  atrás.  Este homínido primitivo abandonó la selva, dejando atrás la vida arbórea. Esta circunstancia le impuso la adopción paulatina de una postura erguida. 

Hace  2,5  millones  de  años  apareció  el  Homo  Hábilis,  al  que  se  le  atribuyen  las primeras herramientas. Un millón de años después comenzó a desarrollarse el Homo Erectus; aparece en África y desde allí se extendió por Europa y Asia. Conocía el uso del fuego y fabricó las primeras hachas de piedra. Su capacidad craneana es similar a la del hombre moderno, pero  sus  características  físicas  (frente aplastada, mandíbula muy grande y prominente) lo separan de la especie humana actual. 

Hace  unos  100.000  años,  apareció  en  Europa  el  Homo  Sapiens  de  Neandertal. Vivian en cuevas donde encendían fuego para protegerse del frío glacial. Construyeron lanzas de madera y es posible que utilizaran un  lenguaje. Habrían desaparecido hace 35.000 años.

Hace  unos  100.000  años,  apareció  en  Europa  el  Homo  Sapiens  de  Neandertal. Vivian en cuevas donde encendían fuego para protegerse del frío glacial. Construyeron lanzas de madera y es posible que utilizaran un  lenguaje. Habrían desaparecido hace 35.000 años. Los  primeros  restos  considerados modernos  pertenecen  al  llamado  Hombre  de Cromagnon  u  Homo  Sapiens Sapiens,  cuya  antigüedad  se  remonta  a  unos  40.000 años atrás. 

La Prehistoria necesita, al igual que la Historia, de una cronología que le permita medir as fases de la evolución humana. En este periodo se distinguen dos grandes etapas: la Edad de Piedra, que abarca desde la aparición del hombre hasta el descubrimiento y uso  de  los metales, y  la Edad de  los Metales,  que  se  inicia  con  la  aparición  de  la metalurgia del cobre y continúa en el periodo histórico con el bronce y el hierro. La Edad de Piedra se puede dividir en dos grandes etapas: el paleolítico y el neolítico. Durante  el  Paleolítico  el  hombre  era  nómada,  se  desplazaba  constantemente  en  busca  de  alimentos,  los  que  se  obtenían  cazando  animales  y  recolectando  frutos  y hierbas.  El  Neolítico  parte  con  el  descubrimiento  de  la  agricultura.  Este acontecimiento  se  produjo  en  forma  paralela  a  la  domesticación  de  animales.  Se calcula  que  los  primeros  experimentos  agrícolas  se  realizaron  hace  10.000  años coincidiendo  con  el  fin  de  las  glaciaciones.  La  domesticación  de  plantas  y  animales generó  los  mayores  cambios  sociales  experimentados  por  los  seres  humanos.  En primer  término  provocó  el  sedentarismo,  el  nacimiento  de  aldeas,  de  jerarquías sociales,  de  la  división  del  trabajo,  el  surgimiento  de  las  ciudades  y  las  primeras civilizaciones.
 
Las primeras culturas urbanas 

Entre el 3.500 y el 3.000 a.C. se produjo una transformación fundamental en algunas zonas del Próximo Oriente y del Valle del Nilo: el abandono de los pueblos pequeños a favor de las ciudades grandes y amuralladas. Los cambios que este hecho ocasionó en la vida de aquellas sociedades  fueron  tan importantes, que el fenómeno se denominó “revolución urbana”.

Cuando una de aquellas ciudades se imponía sobre las demás de su entorno, exigiendo tributos, nombrando gobernadores, etc., comenzaba la gestación de un imperio. Es lo que ocurrió en Mesopotamia y en Egipto.


Las  ciudades no eran sólo grandes núcleos de población,  sino verdaderos centros de poder, ciudades-estado con características comunes: tenían un gobierno central, fuerte y  organizado  (rey,  emperador  o  faraón);  se  construyeron  suntuosos  palacios  y templos; en su sociedad existían grandes diferencias entre pobres y ricos y ya no eran todos  agricultores,  sino  que  se  especializaban en  trabajos  diferentes, existiendo  una división del trabajo bastante evolucionada (sacerdotes, artesanos, soldados). Sus  economías se  basaban  en  una  agricultura  de  regadío,  que  proporcionaba muy buenas  cosechas,  en  el  pastoreo  y  en  un  activo  comercio  de  cereales  y  objetos  de metal. 

Los  Sumerios  fueron  los  inventores  de  la  escritura,  hacia  el  3.500  a.C.  A  partir  de entonces  podemos  disponer  de  documentos  escritos  para  conocer  el  pasado.  Los sacerdotes  utilizaron  para  su  contabilidad  la  escritura  pictográfica,  que  consistía  en dibujar  los  objetos  e  ideas  que  se  querían  representar.  Más  tarde  se  utilizó  una escritura de signos abstractos que se grababan en tablillas de barro húmedo que luego se secaban;  las  incisiones se hacían con un estilete en  forma de cuña, por  lo que se llamó  escritura  cuneiforme.  Los  que  conseguían  conocer  los  signos  se  llamaban escribas y formaban una minoría privilegiada.

A medidos del siglo X a.C., los fenicios simplificaron la escritura al crear 27 signos, con los  que representaban  todos  los  sonidos;  hay  un  signo  para  cada  sonido.  Es  la escritura alfabética, origen de de nuestro alfabeto.

Otro aspecto  común a estas culturas urbanas era  su  idea del mundo, esencialmente religiosa. Cada ciudad tenía sus dioses,  tanto más  importante cuanto mayor  fuera el peso  político  de  la  ciudad.  Pero  junto  a  esta  religión  oficial,  los  ciudadanos  tenían dioses personales, y la magia, la brujería y la adivinación eran prácticas corrientes en las ciudades de Oriente.

Mesopotamia
 
Donde antes se transformaron los poblados rurales en ciudades amuralladas fue en la  Baja Mesopotamia, en el país de  los sumerios. La  región  formaba parte de  la  llanura  aluvial creada por los ríos Tigris y Eufrates. 

La vida histórica de los sumerios se sitúa entre 3.000 y 1.800 años a.C., y se inicia con la concentración de lapoblación en ciudades-estado (Uruk, Ur, Lagash) a  lo largo del río  Eufrates,  Esta  forma  de  organizarse en  ciudades-estado  perduró  toda  la antigüedad. Eran ciudades amuralladas, consideradas en sus orígenes como propiedad del  dios  local.  El  núcleo  central  estaba  constituido  por  el  templo  del  dios  que  servía como  lugar  de  encuentro  en  las  festividades,  para  el  intercambio  de mercancías  y como almacén.

La administración de  la ciudad estaba a cargo del En, «señor», «sacerdote-rey»; era jefe  religioso,  gobernador  de  la  ciudad  y  administrador  de  las  riquezas.  Cuando  la rivalidad entre  las ciudades hacía necesaria  la existencia de un ejército, se elegía un jefe guerrero, el Lugal, encargado de la defensa de la ciudad. Con el tiempo, el Lugal se convirtió en la máxima autoridad y, además de dirigir el ejército, administraba las riquezas,  nombraba  gobernadores  en  las  ciudades  sometidas  y  tenía  a  su  cargo  la administración  de  justicia.  Así,  este  líder  guerrero  -Lugal-,  que  en  lengua  sumeria significa «propietario»,se convirtió en rey-guerrero y asumió los poderes del En.

Entre las ciudades sumerias más importantes, la primera que ejerció la hegemonía en el valle fue Kish. Más tarde, el poder político pasó a la ciudad de Uruk, rodeada desde muy antiguo por una doble muralla de 10 km. Rival de Uruk  fue  la ciudad de Ur, en cuyo cementerio real se ha encontrado uno de los más ricos tesoros de la antigüedad. Los habitantes de las ciudades estaban organizados en clases. Los patesi (sacerdotes), los funcionarios reales y los ricos propietarios formaban la clase privilegiada (awilum); los obreros, especializados en la fabricación de tejidos, pieles y objetos de metal, y los campesinos eran hombres libres que trabajaban a cambio de un salario (mushkenum) o  de  una  parte  de  la  cosecha.  En  el  último  lugar  de  la  escala  social  estaban  los esclavos, que pertenecían al rey o a un rico señor, pero a los que se les permitía tener algunos bienes personales. 



La  ciencia  y  el  arte  tuvieron  un  gran  desarrollo  en  las  ciudades-estado.  Como  ya vimos,  la  escritura  empezó  en  Sumeria  con  números y  dibujos  para  llevar  la administración del  templo y de  la  ciudad.  Fueron  los sumerios quienes  inventaron el sistema de numeración decimal que ha  llegado hasta nosotros, y  también elaboraron fórmulas  para medir  la  superficie  de  un  campo  y  la  capacidad  de un  recipiente.  Los babilonios  crearon  el  sistema  de numeración  sexagesimal,  basado  en  el  número  60, que hoy se sigue empleando para la división del tiempo y para medir ángulos y arcos. La organización de las ciudadessumerias, se repitió, con pocos cambios, en el Imperio Babilónico, creado en torno a la ciudad deBabilonia por Hammurabi (siglo XVIII a. C.); también  en  el  imperio  Asirio,  en  el  que  destaca  la figura  de  Asurbanipal  (siglo  VII a.C.), y en el Imperio Persa.

Asiria y Babilonia

La zona interior de Mesopotamia conoció, desde el siglo IX a. C., la existencia de tres importantes  imperios  con  una  sólida  base  agrícola  (mantenida  por  esclavos),  un poderoso ejército de tierra y una monarquía centralizada. El imperio asirio, fundado ya en 1800 a.C., alcanzó  su máximo poder con  la  conquista de Egipto, Nubia, Chipre y Palestina a  comienzos del  siglo VII a. C. En ese momento, Babilonia, una  ciudad de gran antigüedad, dominada por los asirios, se independizó. Fue la capital de un imperio que alcanzó  su apogeo bajo el  reinado de Nabucodonosor. Babilonia  fue destruida el año 539 a. C., durante el reinado de Ciro el Grande, quien incorporó estos territorios al Imperio Persa.

Los persas


El fundador del Imperio Persa fue Ciro el Grande (555-529 a.C.), que consiguió unificar todas las tribus persas y realizar importantes conquistas que extendieron sus dominios hasta Asia Menor. Este vasto imperio fue organizado por Darío I (521-486 a.C.). El poder del soberano era absoluto y se apoyaba en la fuerza de su poderoso ejército. El territorio se dividió en provincias llamadas satrapías, gobernadas por el sátrapa.
El  arte  persa  no  es  original.  En  realidad,  tomó  muchos  elementos  de  los  pueblos vencidos, especialmente de los mesopotámicos. Al igual que ellos, los persas utilizaron en  sus  construcciones  el  arco  y  la  bóveda,  así  como  los  animales  fantásticos  para decorarlos. Predicada por Zoroastro, la religión persa no exigía sacrificios, templos ni dioses. Sólo una llama ardía permanentemente, simbolizando el triunfo del bien.
El  enfrentamiento  de  los  persas  con  los  helenos  en  las  Guerras  Médicas  señaló  el comienzo de  su decadencia, que culminó  con  la  conquista del  Imperio por Alejandro Magno.


Fenicia y Palestina

Un  grupo  de  pequeñas  ciudades  fenicias  independientes,  gobernadas  por  una monarquía aristocrática, alcanzó un gran desarrollo durante los siglos X al VIII a. C. La construcción  de  rápidas  embarcaciones  y  la  posesión  de  nuevas  técnicas  de navegación, hicieron de los fenicios los primeros comerciantes de todo el Mediterráneo. Fundaron  asentamientos  comerciales  «

Cartago

Ciudad  fundada por  los  fenicios de Tiro el 814 a. C., situada en el Norte de África (la actual Túnez), fue uno de los máximos poderes mediterráneos durante los siglos VIII-III  a.C.  Una  importante  flota  y  un  poderoso  ejército,  llevaron  a  Cartago  a  dominar parte del Norte de África, la costa oriental de la península Ibérica y parte de Sicilia. Su sociedad,  dominada  por  aristócratas  terratenientes,  se  veía  afectada  por  continuas tensiones  sociales. Cartago  combatió durante dos  siglos  contra Roma por el dominio del Mediterráneo occidental. Fue destruida por los ejércitos romanos el 146 a.C.

El Antiguo Egipto 

La  historia  de  Egipto  se  extiende  desde  el  3.100  a.C.,  en  que  se  funda  la  primera dinastía de  los  faraones, hasta el 332 a.C., año en que es conquistado por Alejandro Magno, rey de Macedonia.
Para la reconstrucción de su historia, se utilizan dos fuentes básicas: las excavaciones arqueológicas  y  la  escritura  jeroglífica.  Esta  no  ha  podido  utilizarse  hasta  época reciente, en  concreto, hasta el año 1822 en que el arqueólogo  francés, Champollión consiguió descifrarla. A partir de entonces, un grupo de historiadores -los egiptólogos- se  han  dedicado  a  investigar  sobre  el  pasado  de  este  pueblo:  cómo  vivían,  cómo estaban organizados, cuáles eran sus creencias, etc. Las  primeras  noticias  sobre  Egipto  nos  fueron  proporcionadas  por  un  historiador griego, Heródoto (siglo V a. C.), quien dijo: «Egipto es un don del Nilo» y «Los egipcios son  los más  religiosos  de  todos  los  pueblos».  Efectivamente,  gran  parte  de  lo  que conocemos de su pasado, responde a estas dos observaciones del historiador griego.

La vida de  los egipcios está profundamente marcada por el  río Nilo. La economía,  la organización social, la religión, el arte, manifiestan la importancia del río, que con sus crecidas  fertiliza  el  rico  valle.  A  ambos  lados  del  mismo,  se  extiende  un  inhóspito desierto.  Desde  muy  antiguo,  la  población  se  asentó  en  el  valle  y  vivía  de  la agricultura. Anualmente, la franja de tierra próxima al río era inundada por las aguas y
los fértiles limos que la cubrían proporcionaban muy buenas cosechas.

La  segunda  fuente  de  riqueza  era  el  comercio:  exportaban  cereales,  vinos  y manufacturas a sus vecinos de Oriente y, a través del Mediterráneo, las naves fenicias transportaban productos egipcios a los países ribereños. A cambio recibían oro, tejidos, esclavos.

Las crecidas del  río, que de  forma  impetuosa  inundaban el valle,  también originaban catástrofes.  Era  necesario  controlar  las  aguas,  construir  presas,  canales,  drenar  las tierras  inundadas.  La  realización  de  estas  tareas  exigía  enormes  costos  de mano  de obra y de material. Estas circunstancias favorecieron el surgimiento en el valle de un poder  fuerte  y  centralizado  que  organizara  la ejecución  de  las  obras. Aparece  así  la figura  del  faraón  como  dueño  absoluto  de  las  tierras  y  de  los  hombres.  Junto  a  él, estaban  los sacerdotes y  los  funcionarios, que se convirtieron en  la clase privilegiada del país. En  la base se encontraban los campesinos y los esclavos, muy numerosos y sin ningún derecho. El ejército no tuvo un papel destacado probablemente porque los egipcios se sentían protegidos por el desierto que les rodeaba.


El primer hecho importante de su historia fue la unificación del valle (Alto Egipto) con el delta (Bajo Egipto), que se produjo hacia el año 3.000 a.C. Menes fue el fundador de la  primera  dinastía  de  faraones,  de  las  30  en  que  se  divide  la  historia  del  Egipto antiguo. El esplendor de  los  faraones acabó  con  los  sucesores de Ramsés  II  (1.301-1.235 a.C.) de la dinastía XIX. A partir de entonces, Egipto fue invadido por pueblos de Oriente:  asirios,  persas  y,  finalmente,  por  Alejandro  Magno,  que  se  hizo  reconocer
faraón. Años después, los romanos harían de Egipto una provincia del Imperio.

Religión Egipcia 


Las características  físicas del valle del Nilo, el gobierno de  los  faraones,  las obras de arte, la vida y la muerte tuvieron para los egipcios un significado religioso. Los  ciclos del Nilo de  crecida-fertilidad,  sequía-aridez,  los  cambios  climáticos de días calurosos y noches de frío intenso eran para los egipcios resultado del enfrentamiento de  los  dioses.  Set,  dios  del  mal  y  del  desierto,  daba  muerte  a  Osiris,  dios  de  la vegetación  y  de  la  tierra, momento  en  el  cual  empezaba  la  sequía. Su  resurrección provocaba  la  crecida  de  las  aguas,  y  la  intervención  del  dios  Sol,  Amón-Ra,  hacía fructificar  las  semillas.  El  Sol  era  la  fuente  de  la  vida  que  durante  las  horas  de oscuridad iluminaba otro mundo igual que el suyo. 

Junto  a  estos  contrastes  de  la  naturaleza,  situaban  el  existente  entre  la  vida  y  la muerte. Lo  importante para ellos era sobrevivir a  la muerte y continuar la vida en el reino de Osiris. La continuación de la vida dependía de la conservación del cuerpo con la misma apariencia para que el ba, que abandonaba el cuerpo al producirse la muerte, pero que  regresaba  todas  las noches, no  tuviera dificultad en  reconocer a su dueño. Mientras,  la  otra  parte  del  difunto,  el  ka,  descansaba  en  la  'tumba,  junto  con  todo aquello que necesitaba para su segunda vida. Sin embargo, el ingreso en el otro mundo estaba condicionado a un juicio en el que se demostraba  el  buen  comportamiento  del  muerto:  obediencia  al  faraón  y  a  la  ley, sumisión a la voluntad divina. Para ayudarse en el  juicio ante el  tribunal de Osiris, el difunto  disponía  del  Libro  de  los Muertos,  en el  que  figuraban  las  respuestas  que  le permitirían pasar a la otra vida.

Arte Egipcio


El  arte  también  fue una  respuesta  a  sus  creencias  religiosas. No  había  intención  de decorar o embellecer, sino más bien la pretensión de reflejar su pensamiento sobre el mundo, la vida y la muerte. Son obras construidas para los dioses -templos de Karnak y  Luxor-  o  para  los  muertos  -tumbas-.  Debían  resistir  al  paso  del  tiempo  y, efectivamente,  lo  consiguieron  en  buena medida,  utilizando  bloques  de  piedra  que transportaban por el Nilo.

La finalidad de las tumbas era proteger el sarcófago para que no fuese robado. Sólo el faraón  y  los  miembros  de  la  nobleza  tenían  el  poder  suficiente  para  fabricar  las construcciones  funerarias  que  han  llegado  hasta  nuestros  días.  Para  el  resto  de  la población  se  empleaban  ataúdes  de madera  que  se  enterraban  en  la  arena.  Es  un  principio, las tumbas eran muy sencillas e iguales entre sí: son las llamadas mastabas. Desde la III dinastía, la fuerte autoridad del faraón, le permitió distinguir su tumba de las demás; así aparecen las pirámides, entre las que destacan las de Keops, Kefrén y  Mikerinos.  En  el  Imperio  Medio,  aparecieron  las  tumbas  excavadas  en  la  roca:  los hipogeos.

En  las  paredes  del  interior  de  las  tumbas,  representaban  escenas  que  narraban acontecimientos  relacionados  con  el  muerto.  En  estas  pinturas  egipcias  no  están separados  los  distintos momentos  de  la  acción  y  combinan  la  visión  de  perfil  y  la frontal para presentar, de  la  forma más exacta posible, cada parte del cuerpo. Raras veces se utilizaba el sombreado para dar profundidad a la escena; por el contrario, se resaltaba fuertemente el contorno de las figuras.


 extraido de: www.saladehistoria.com (guias psu)

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