Fuente: Naranjas de Hiroshima (www.naranjasdehiroshima.com)
A principios de siglo llegó hasta Tierra del Fuego un sacerdote 
italiano llamado Alberto Agostini. Su amor por esas tierras sureñas y 
por quienes las habitaban lo llevó a filmar con una cámara de la época 
extensos registros de paisajes, pueblos y personas.El material -filmado 
entre 1915 y 1928 y rescatado hace poco- fue reunido en las mismas 
condiciones en que se encontró. Eso quiere decir que las imágenes tienen
 las rayas y marcas del tiempo (y la copia es muda) pero el resultado es
 asombroso: esta verdadera cápsula del tiempo permite evocar un momento y
 lugar de nuestro pasado nacional que creíamos olvidados para siempre. 
Como precario documental aficionado, es interesante. Como objeto 
histórico y de apoyo educacional, es inapreciable.
OTRA INFORMACIÓN
Con la fuerza y la originalidad de quien sabe medir la dimensión de 
una obra humana, el gran alpinista italiano Walter Bonatti (68 años) 
definió así la importancia de la obra del célebre sacerdote salesiano 
que exploró y describió la Patagonia como nadie.
La comparación de Bonatti es impecable. Tal como lo expresó anteayer 
en una reunión en la embajada italiana donde se informó sobre el film 
que recordará a Alberto De Agostini (1883-1960), los descubrimientos del
 cura montañista tuvieron una importancia fundamental en el conocimiento
 de los Andes patagónicos.
Avido de llegar siempre a lo desconocido y de subir lo más alto 
posible para describir la geografía, Agostini logró pisar antes que 
nadie los pocos lugares a los que no pudo llegar el perito Francisco P. 
Moreno en el siglo XIX.
Con una vocación montañista comparable -si no mayor, como duda, 
sonriente, Bonatti- a la del misionero salesiano, Agostini inició desde 
su llegada a Punta Arenas, luego Ushuaia y toda la Patagonia una serie 
de expediciones de alcances asombrosos.
Había traído de sus Alpes natal (era piamontés, nacido en Pollone) la
 misión de Don Bosco y la pasión de la montaña, y la cordillera de los 
Andes lo atrapó para siempre. Desde 1912 comenzó a escalar montañas en 
Tierra del Fuego, con la cumbre del Monte Sarmiento como objetivo 
inexpugnable durante muchos años, por su extrema dificultad, y que sólo 
alcanzó en 1957, a los 70 años.
Comenzó con los grupos montañosos de Balmaceda y del Paine, en Chile,
 y entre 1930 y 1932 se dedicó a la exploración detallada de la región 
de montañas y glaciares de los lagos Argentino, Viedma y San Martín.
Sus expediciones fueron de una extraordinaria audacia para la época, 
coronadas por varios ascensos a cumbres nunca alcanzadas hasta entonces.
 Así, el 14 de enero de 1931, De Agostini llegó por primera vez a la 
cima del cerro Mayo, al oeste del lago Argentino, y vislumbró desde allí
 el imponente escenario de los hielos continentales, que se extendían 
hacia el norte hasta perderse de vista. Su descripción, prolijamente 
anotada en sus libros, refleja a la perfección la emoción del momento: 
“Un panorama estupendo, indescriptible por la profunda vastedad del 
horizonte y por la sublime grandiosidad de los centenares de cumbres. 
Son las primeras miradas humanas que contemplan estas soledades de hielo
 entre arrebatos de alegría y atónito recogimiento”.
Subyugado por la región, Agostini completó ese verano una larga 
travesía por el hielo continental con el ascenso a otra cumbre virgen -a
 la que bautizó como cerro Torino- desde la cual divisó el Océano 
Pacífico, por primera vez para alguien llegado por el hielo continental 
desde el Este.
Su exploración continuó hacia la zona del Fitz Roy – “El señor de 
toda esa vasta región, una de las montañas más bellas e imponentes de la
 Patagonia”, describe- y luego el San Lorenzo, el Lanín y hasta el 
Aconcagua, aunque Agostini prefería abiertamente el sur patagónico.
Sus trabajos quedaron registrados en 22 libros, miles de fotos y 
varias películas. Todo eso está hoy en el Museo de la Montaña de Turín, 
la institución que, dirigida por Aldo Audisio, llegó este verano a la 
Patagonia, con Bonatti y el director de cine Fulvio Mariani, para filmar
 un documental para la RAI sobre la vida del sacerdote explorador.
El homenaje no puede ser más merecido. Si bien Agostini es un nombre 
vigente en el Sur, la importancia de su obra necesitaba una recordación 
de esta envergadura.








